Si vas a México no puedes perderte su capital. Se trata de una de las ciudades más fascinantes de América. Esta gran metrópolis aúna patrimonio prehispánico, una de las mejores arquitecturas coloniales de América, fantásticos museos y una gastronomía increíble para todos los bolsillos.
En la Ciudad de México comenzó nuestro primer viaje a México. Estuvimos 5 días completos (6 noches), pero reservamos uno para visitar la mítica Teotihuacán (a unos 40 km). 4 días en Ciudad de México no es mucho, pero suficiente para conocer los principales atractivos de la ciudad y sus barrios más interesantes.
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De Tenochtitlan a Ciudad de México
Después de dos años de suertes y actitudes cambiantes, el 13 de agosto de 1521, Hernán Cortés y sus aliados indígenas (sobre todo tlaxcaltecas y totonacas) tomaron México-Tenochtitlán, la última gran ciudad de Mesoamérica.
A partir de entonces, Hernán Cortés y su gente se dedicaron a la tarea de sutituir Tenochtitlán por la nueva Ciudad de México, futura capital del Virreinato de Nueva España y la más grande e importante ciudad de América. El nombre de México se toma de los mexicas, como se llamaban a sí mismos los súbditos de Moctezuma, ahora mal llamados aztecas.
Si queréis conocer mejor la historia de la conquista de México, os recomendamos leer La Conquista de México de Hugh Thomas, una gran obra, bien documentada y explicada, lejos de sensacionalismos y llena de matices de un grandísimo historiador.
Tenochtitlán era una gran ciudad construida en una isla dentro del Lago de Texcoco. Al Norte de la isla se encontraba México-Tlatelolco, otra ciudad mexica ya absorbida por la gran Tenochtitlán y que tenía el mayor mercado de América y uno de los más grandes del mundo.
Tres puentes la unían a otras islas de la laguna y a la orilla de la misma. Los mexicas tenían un complejo sistema hidráulico para controlar el agua de la laguna y sus crecidas y separar la parte dulce de la salada. Construyeron islas artificiales llamadas chinampas, donde cultivaban sin miedo de las sequías.
Como escribió Bernal Díaz del Castillo – que participó en la conquista de Tenochtitlán – en su Verdadera Historia de la Conquista de Nueva España:
“Y veíamos el agua dulce que venía de Chapultepec, de que se proveía la ciudad y en aquellas tres calzadas las puentes que tenía hechas de trecho a trecho, por donde entraba y salía el agua de la laguna de una a otra…
Y después de bien mirado y considerado todo lo que habíamos visto, tornamos a ver la gran plaza y la multitud de gente que en ella había, unos comprando y otros vendiendo, que solamente el rumor y zumbido de las voces y palabras que allí había sonaba más que de una legua y entre nosotros hubo soldados que habían estado en muchas partes del mundo, y en Constatinopla, y en toda Italia y Roma, y dijeron que plaza tan compasada y con tanto concierto y tamaña y llena de tanta gente no la habían visto.”
Desafortunadamente, los conquistadores españoles no comprendieron las obras hidráulicas mexicas y las destruyeron. La ciudad comenzó a sufrir graves inundaciones, por lo que ya desde el s. XVII se realizaron obras para desecar la laguna. Muchos barrios de la Ciudad de México están construidos sobre lo que antes era agua.
Hoy todavía podemos imaginarnos cómo sería aquella Venecia de América visitando Xochimilco, al Sur de la ciudad, donde se sigue cultivando en las chinampas.
Por cierto, aunque todavía es habitual llamarla México DF, desde la reforma política de 2016, la ciudad ya no es un distrito federal sino una ciudad autónoma dentro del Estado federal mexicano y por tanto, su nombre oficial – y más bonito – es Ciudad de México. A sus habitantes se les conoce como chilangos.
Cómo llegar a Ciudad de México
El Aeropuerto Internacional Benito Juárez (MEX) se encuentra a menos de 7 km en línea recta al Este del Zócalo, el verdadero centro de la ciudad.
Para llegar al centro de la ciudad, puedes tomar un taxi oficial en el aeropuerto ($250 pesos aproximadamente, unos 11 €), o bien en transporte público.
En Metro, la estación Terminal Aérea (línea 5) se encuentra después del estacionamiento de la Terminal 1. El precio del billete es de MX$5 (unos 0,20 €), la tarifa normal del metro.
Más cómodo es el Metrobús, pues la parada Terminal 1 (línea 4) se encuentra directamente en esta terminal del aeropuerto. El billete incluye un suplemento por salir del aeropuerto y cuesta $30 (1,30 €).
Cómo moverse en la Ciudad de México
El principal problema para visitar la Ciudad de México es su enorme tamaño y la existencia de lugares muy interesantes en distintos barrios.
El transporte público en CDMX es seguro, muy barato y rápido. Aquí os explicamos el sistema:
Lo primero que debes hacer es comprar una tarjeta recargable del sistema integrado de transporte público de CDMX. Cuesta 25 pesos y se puede comprar en cualquier estación de metro. La tarjeta se puede recargar en todas las estaciones de metro y la mayoría de las de metrobús (al menos, las céntricas).
El metro de la Ciudad de México tiene 12 líneas y 195 estaciones. Como turista es sobre todo útil para llegar al centro histórico (líneas 1 y 2) y Chapultepec. Incomprensiblemente, a veces las estaciones están muy lejos de los lugares más importantes: por ejemplo, de la estación de Coyoacán (línea 3) a la plaza principal del barrio hay más de 20 minutos a pie.
El coste del billete de metro es de 5 pesos (unos 0,20 €). La principal desventaja del metro es que está muy aglomerado, por lo que es muy recomendable evitar las horas punta. En todos los trenes hay un vagón exclusivo para mujeres.
El metrobús es una red de autobuses modernos con un carril exclusivo y preferencia en las intersecciones que funciona casi como un metro: las paradas son bastante largas y tienen una infraestructura con máquinas para recargar la tarjeta y, a veces, con tornos.
El coste del billete de metrobús es de MX$6 (0,25 €). En nuestra opinión, es más cómodo que el metro y suele estar más vacío. Es especialmente útil para recorrer el Paseo de la Reforma con la línea 7.
El sistema se completa con múltiples líneas de autobúses y minibuses (micros), que nosotros no utilizamos. Estos son aún más baratos que el metro. También hay 2 funiculares que llevan a barrios pobres periféricos en las colinas que no utilizarás.
Os recomendamos descargar Citymapper, una aplicación mucho más fiable para moverse en transporte público que Google Maps.
Para moverse a determinadas zonas que no están tan bien conectadas por transporte público o por la noche, probablemente prefieras pedir un taxi. Los taxis pueden ser peligrosos, hay casos de “secuestros exprés”. Por eso lo mejor es pedirlo al hotel o utilizar Uber.
Una opción para visitar los principales lugares de la Ciudad de México es el TuriBus. Cuesta 160 pesos (180 los fines de semana).
¿Es seguro visitar la Ciudad de México?
La capital mexicana es un lugar donde conviene tomar precauciones, sobre todo por la noche en determinadas zonas. Sin embargo, nuestra experiencia no fue tan inquietante como la pintan. Nos movimos sin ningún problema en transporte público y caminando por el centro histórico, la zona de Reforma o Roma no vimos nada extraño.
Ahora bien, las calles del centro se vacían rápido de noche y conviene evitar la zona al Norte de la Plaza de Santo Domingo (Tepito, Lagunilla). En la Plaza Garibaldi, lugar mítico de cantinas de mariachi puede haber violencia o incluso balaceras.
No hay muchas razones para visitar el resto de zonas peligrosas de la ciudad, por lo que no deberías preocuparte.
Las colonias (barrios) de Roma y Condesa y la Zona Rosa están animadas por la noche y son seguras, al igual que Coyoacán, que hay que conocer tanto de día como de noche para visitar una de sus clásicas cantinas.
Nosotros nos alojamos en el Hotel Royal Reforma, en la Zona Rosa al lado de la Glorieta de Insurgentes, pensando en que estaba bien comunicado y era una zona segura para salir a cenar sin tener que tomar taxis.
¡Alerta sísmica!
Cuando viajes a la Ciudad de México debes saber que vas a estar en una zona sísmica de alta intensidad. El terreno pantanoso en el que está construida la ciudad (sobre lo que era una laguna) amplifica las ondas sísmicas.
Pero no te preocupes. La ciudad está bien preparada para los terremotos. Además de tener en cuenta los riesgos sísmicos en las construcciones, Ciudad de México cuenta con un sistema de alerta sísmica. A nosotros nos tocó vivirlo al final de nuestro viaje a México, cuando volvimos a la capital para tomar el avión de vuelta.
Si oyes una sirena seguida del mensaje “¡alerta sismica, alerta sísmica!”, prepárate para tener un terremoto en 1 o 2 minutos.
Cálmate. Si estás en un edificio, sal a la calle. Si no te da tiempo porque te encuentras en una planta alta, ponte debajo de una mesa o en el quicio de una puerta. Y si ya estás en la calle, ve al espacio más abierto posible, pero no camines durante el sismo.
En el terremoto que vivimos (de magnitud 7 y de más de un minuto), cuando terminó pudimos seguir haciendo vida normal. Nos fuimos a cenar y os aseguramos que no parecía que hubiera pasado nada en la ciudad. Y la verdad es que después de haber vivido terremotos en Albania, se agradece que te avisen.
Todos los años, el día 19 de septiembre hay un simulacro de la alerta sísmica. Es el aniversario del terremoto de 1985 (y de otro en 2017, que fue devastador en parte porque mucha gente pensó que se trata de otro simulacro). Compórtate como si fuera de verdad, por si acaso.
La Ciudad de México en 4 días
Día 1: El Centro Histórico y el Paseo de la Reforma
Centro Histórico de la Ciudad de México
Después de la toma de Tenochtitlán en 1521, los conquistadores españoles se pusieron manos a la obra para reconstruir una gran ciudad sobre las ruinas de la anterior. Esta estaba llamada a ser la capital del nuevo Virreinato de Nueva España, la ciudad más influyente de América.
De hecho, se puede considerar que la Ciudad de México se convirtió pronto en la primera metrópolis cosmopolita de la nueva era de globalización incipiente.
En ella se mezclaban españoles y otros europeos, criollos, indígenas y mestizos con asiáticos y algunos esclavos africanos. Por ella pasaba gran parte del comercio entre España, América y Asia.
El centro histórico de la Ciudad de México constituye hoy en día uno de los mejores conjuntos de arquitectura colonial en América, donde el plateresco y el barroco español se han reinterpretado a la mexicana, además de contener las ruinas del Templo Mayor. Por ello, es Patrimonio Mundial UNESCO junto con el barrio de Xochimilco.
Lo que más nos sorprendió del centro histórico es que, si bien de día está muy animado, cuando se pone el Sol se queda bastante vacío.
Si prefieres visitar el centro histórico con un guía local, te recomendamos este free tour Rincones coloniales del centro histórico que organiza un historiador y guía turístico oficial mexicano. Haz click aquí para más información y reservar.
Zócalo (Plaza de la Constitución)
Metro: Zócalo (línea 2), Pino Suárez (línea 1). Ambas estaciones están interconectadas por un pasadizo donde se muestran algunos hallazgos arqueológicos del templo mayor, así como una maqueta del mismo.
La Plaza de la Constitución, más conocida como el Zócalo, es la plaza mayor de la Ciudad de México y una de las plazas más grandes del mundo con unas dimensiones de 240 por 195 metros. Sigue el modelo de las plazas mayores castellanas, ¡pero su superficie es casi el cuádruple que la de la plaza mayor de Madrid!
Varios de sus edificios datan de los primeros años tras la conquista, pues fue aquí, en el extremo Sur del recinto ceremonial de Tenochtitlán (el Huey Teocalli o Templo Mayor), donde nació la nueva Ciudad de México, explicitando el cambio de poder.
En el Zócalo capitalino se alojan las principales instituciones de la ciudad. El lado Sur está ocupado por el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, a la derecha, cuya construcción comenzó en 1522. Sin embargo, el edificio actual fue totalmente reconstruido a principios del s. XVIII en estilo barroco y posteriormente renovado durante el gobierno de Porfirio Díaz.
A su izquierda, se construyó en la década de 1940 un nuevo edificio en un estilo más austero pero con una estructura que imitaba la del antiguo Ayuntamiento para conservar la armonía del conjunto. Este aloja ahora la sede municipal.
Los soportales del Antiguo Ayuntamiento están decorados con típicos azulejos y suele haber vendedores calleeros.
El lado Oeste del Zócalo está ocupado por el Viejo Portal de Mercaderes, edificios reservados a la actividad comercial ya desde 1521.
Catedral Metropolitana
La Catedral de la Ciudad de México cierra el lado Norte del Zócalo. Su construcción comenzó en 1571, sustituyendo a la primera iglesia mayor que prontó se juzgó indigna de una ciudad tan importante como México.
Inicialmente se proyectó una grandiosa catedral de 7 naves inspirada en la de Sevilla. Pronto se abandonó esta idea al advertir que un edificio de tanto peso tendría graves problemas de cimentación en el suelo pantanoso que caracteriza a la Ciudad de México.
Entonces, se echó mano de las técnicas de cimentación mexicas, que tenían mucho que enseñar gracias a su experiencia de grandes construcciones en estos suelos: construyeron varios miles de pilotes de madera a gran profundidad para soportar la nueva estructura.
Además, se redujo la escala de la catedral de 7 a las 5 naves que vemos actualmente, y el diseño se basó más en la Catedral de Jaén, el gran templo renacentista que se estaba construyendo por entonces.
Una vez aquí, es visita obligada el interior de la catedral, además de gratuita. En realidad, se paga aparte para entrar al coro ($40, casi 2€), que tiene una preciosa sillería de 1697. La reja del coro es un buen ejemplo de la globalización: fue realizada en Macao (China) en 1722.
Pero la gran obra maestra del interior de la catedral es el Altar de los Reyes, de Jerónimo de Balbás, una de las grandes obras del barroco churrigueresco mexicano. Mide 25 metros de altura y 7,5 de profundidad y está elaborado en madera de cedro blanco y ayacahuite recubiertos de pan de oro.
La entrada a la sacristía cuesta 100 pesos y en ella se pueden ver grandes cuadros de pintores del barroco mexicano.
El Sagrario de la Catedral está adosado al lado derecho de la Catedral. Es otra iglesia, construida a mediados del s. XVIII, donde originalmente se guardaban los objetos litúrgicos y sagrados y el archivo arzobispal. Su fachada es puro churrigueresco mexicano. La entrada es gratuita, pero no hay nada reseñable en el interior.
La fachada Este del Sagrario da a una plaza, desde donde se entra al Museo del Templo Mayor.
Aquí puedes encontrar indígenas vestidos con coronas de plumas y ropa mexica ofreciendo sus conjuros ancestrales para dar energía, quitar las penas y otras cosas a locales y visitantes, por la voluntad.
Verás mexicanos haciendo cola para recibir sus bendiciones.
Palacio Nacional
En el lado Este del Zócalo se encuntra el Palacio Nacional, actualmente la residencia oficial del Presidente de México.
Este Palacio también tiene sus orígenes en los inicios de la ciudad colonial. Fue inicialmente construido por Hernán Cortés como su residencia privada sobre parte del Palacio de Moctezuma Xocoyotzin.
Durante el s. XVII fue adquirido por la Corona y desde entonces funcionó como residencia de los virreyes de Nueva España. Sufrió graves daños por un incendio en 1692 y se reconstruyó totalmente. Su color rojizo característico se debe al tezontle, piedra volcánica local.
Cada 15 de septiembre, a las 11 de la noche, el presidente mexicano sale al balón principal del palacio para pronunciar una arenga, conmemorando el Grito de Dolores del cura Manuel Hidalgo, discurso desencadenante de la guerra de la independencia en 1810.
Templo Mayor de Tenochtitlán
A pocos metros del Zócalo se encuentra la zona arqueológica y el museo del Templo Mayor de Tenochtitlán, o como lo llamaban los mexicas, el Huey Teocalli.
Aquí tuvimos la oportunidad de visitar nuestra primera zona arqueológica mexicana… con la mala suerte de que las intensas lluvias habían derrumbado un tejado y solo se podía visitar el museo y pasar por los extremos de la zona.
Al menos pudimos visitar el Museo del Templo Mayor, donde además de la visita habitual había una exposición temporal sobre la toma de Tenochtitlán, conmemorando el 500º aniversario.
La entrada al yacimiento cuesta 70 pesos y la entrada al museo cuesta 80 pesos. En total, unos 6,40€.
El Templo Mayor de Tenochtitlán era el edificio más imponente del recinto ceremonial, que se encontraba en el centro de la ciudad y tenía 78 edificios.
Como era habitual en Mesoamérica, el gran templo tenía forma de pirámide truncada y fue construido en etapas sucesivas, de forma que, cada vez que se quería ampliar el edificio, se construía una pirámide nueva sobre la anterior, resultando una estructura maciza como las capas de una cebolla.
Era habitual que cada gobernante mexica (huey tlatoani) ampliase el templo al menos una vez durante su reinado. En 1521, este tenía entre 40 y 45 metros de altura.
Desafortunadamente, hoy en día no queda mucho de este impresionante edificio, y prácticamente nada de la última etapa constructiva. Se pueden ver parte de la fachada con 3 cabezas de serpiente que decoraban la escalinata de la 6ª etapa (hacia 1500). De la 2ª etapa (antes de 1428) se conservan más estructuras, incluyendo una escultura Chac-mool.
En comparación con muchas otras zonas arqueológicas de México, incluyendo Teotihuacán a solo 40 km de la capital, el Templo Mayor está en un estado muy malo de conservación y por tanto no es tan interesante.
Sin embargo, sí merece mucho la pena el Museo del Templo Mayor. A lo largo de sus 8 salas, se exponen numerosos hallazgos encontrados en la zona (cerámica, joyas, ofrendas, piedras talladas que decoraban los edificios).
Tenochtitlán fue fundada en 1325 por los mexicas (hoy más conocidos como aztecas), un pueblo que llegó al altiplano mexicano desde el Norte, de donde emigraron dos siglos antes.
Según su mito fundacional, la ciudad se estableció en el lugar en que un águila se posó sobre un nopal (un tipo de cactus), la señal que estaban esperando de su dios Huitzilopochtli. De ahí procede el escudo de la actual bandera mexicana.
Las piezas más impresionantes del museo son sus dos enormes monolitos: el de Tlaltecuhtli y el de Coyolxauhqui.
El Monolito de Tlaltecuhtli representa a este dios-diosa de la Tierra en su versión femenina, en posición de parto natural.
Se trata del monolito mexica de mayor tamaño que se conoce (4,17 por 3,62 metros). Se descubrió en 2006 y se ha conservado parte de su policromía original.
La Piedra de Coyolxauhqui es un monolito circular que representa a Coyolxauhqui, diosa de la luna, hija de la diosa madre Coatlicue (la de la falda de serpientes).
Según la mitología mexica, cuando Coyolxauhqui se enteró de que su madre Coatlicue estaba embarazada de un desconocido, llevó a sus hermanos los Centzon Huitznáhuac (400 estrellas) al monte Coatepec, donde se encontraba su madre, para matarla.
Pero en ese momento, nació Huitzilopochtli (dios del Sol, el más importante para los mexicas), que tomó el arma Xiuhcóatl (serpiente de fuego) y mató a Coyolxauhqui y sus hermoanos los Centzon Huitznáhuac. Huitzilopochtli lanzó la cabeza de Coyolxauhqui al cielo, convirtiéndola en la diosa de la Luna.
El monolito de Coyolxauhqui se encontraba en la base de la escalinata del templo de Huitzilopochtli. Esta lucha entre el Sol y la Luna se reflejaba en los sacrificios humanos de Tenochtitlán, que alimentaban a Huitzilopochtli para que tuviera la energía suficiente de vencer a Coyolxauhqui y seguir iluminando el cielo.
Plaza de Santo Domingo
A unos 800 metros del Templo Mayor, a un lado de la calle República de Brasil, se encuentra la Plaza de Santo Domingo, uno de los rincones más típicos del centro histórico de la Ciudad de México.
La plaza se edificó sobre lo que había sido el palacio de Cuauhtémoc, el último tlatoani de Tenochtitlán. Ahora toma su nombre del convento de Santo Domingo, que llegó a ser uno de los más importantes de Nueva España y del que nos queda la iglesia, en el lado Norte de la plaza, y la capilla a la izquierda de esta.
El lado Oeste está porticado y se conoce como el Portal de los Evangelistas, por los escribanos (popularmente llamados evangelistas) que desde finales del s. XIX se ofrecen para escribir cartas de todo tipo.
En la esquina opuesta verás la Escuela Nacional de Medicina: este palacio fue desde 1571 sede del tribunal la Inquisición, hasta su disolución en 1815.
Del Zócalo a la Alameda Central
Desde la plaza de Santo Domingo, se llega directamente al lado Oeste del Zócalo. Toda esta zona del centro histórico de la Ciudad de México es una enorme área comercial, donde las tiendas se agrupan por género (joyerías, aparatos electrónicos, etc.)
Es un lugar muy curioso para pasear, donde además hay buenas taquerías callejeras y míticos restaurantes, como El Cardenal, donde probamos un delicioso chile en nogada.
Desde el lado Oeste del Zócalo sale la calle Francisco I. Madero, principal vía peatonal del centro histórico de la Ciudad de México, llena de tiendas y galerías comerciales (en especial, joyerías).
En esta calle se encuentra el Palacio de Iturbide, residencia señorial del s. XVIII profusamente decorada con relieves. Fue la residencia de Agustín de Iturbide, jefe del Ejército Trigarante, al finalizar el proceso de independencia de México y hasta su proclamación como primer emperador de México en 1822.
En la siguiente manzana se encuentra el Templo de San Francisco, de principios del s. XVIII. Su portada churrigueresca es de las más bellas de Ciudad de México.
Enfrente del templo, la Casa de los Azulejos es uno de los edificios coloniales más representativos del centro de la Ciudad de México.
Este palacio se construyó en 1596, pero los azulejos de Talavera (la cerámica al estilo de Talavera de la Reina se sigue fabricando en el centro de México) se añadieron en el s. XVIII.
Actualmente, la Casa de los Azulejos aloja un Sanborns, clásicos grandes almacenes mexicanos. Su café-restaurante se ha instalado en un hermoso patio cubierto del palacio.
Al final de la calle Madero se encuentra la Torre Latinoamericana, el primer rascacielos del mundo en construirse en una zona de alto riesgo sísmico en 1956.
Y la verdad es que ha aguantado los grandes terremotos que han asolado la Ciudad de México en 1985 y 2017…
Tiene 182 metros de altura y si el cielo está despejado (algo poco habitual en la Ciudad de México) desde su terraza podrás disfrutar de unas bonitas vistas de la ciudad.
En realidad, el centro histórico de la Ciudad de México tiene muchas calles y rincones interesantes, pero para explorarlas necesitaríamos más tiempo de visita en la ciudad.
La calle Moneda es una de las más interesantes desde el punto de vista arquitectónico. Otra calle interesante es Tacuba, dos calles al Norte de Francisco I. Madero. En esta se encuentra el Café Tacuba, una cantina histórica, una institución de la ciudad, con mariachi todos los días y ricos antojitos.
Ya cerca de la Alameda Central se encuentra la Plaza Tolsá, con la Estatua ecuestre de Carlos IV (el Caballito original que se encontraba en el Paseo de la Reforma).
Palacio de Bellas Artes
Las calles Madero, 5 de Mayo y Tacuba desembocan en el Palacio de Bellas Artes, al inicio de la Alameda Central. Se trata de una de las óperas más importantes de América.
El Palacio de Bellas Artes se ha convertido en uno de los edificios más emblemáticos de la Ciudad de México. Este monumental edificio modernista fue construido en 1901-1904 por el italiano Adamo Boari en mármol de Carrara.
Desde su construcción, el Palacio de Bellas Artes se ha hundido casi 4 cm por la inestabilidad del terreno pantanoso y se ha desnivelado (aunque lo han disimulado bien), algo bastante habitual en la Ciudad de México.
Su interior art déco con inspiración en el arte mesoamericano es una maravilla, pero no tuvimos la oportunidad de verlo.
El Palacio alberga además un museo de pintura mexicana de los siglos XIX y XX, destacando las obras de los grandes muralistas mexicanos Diego Rivera y David Siqueros.
Alameda Central
El virrey de Nueva España creó la Alameda Central en 1529 como un jardín reservado a la alta sociedad, sobre un tianguis mexica. Después se fue abriendo al público y se llegaron a celebrar los autos de fe de la Inquisición.
Ahora es una zona de esparcimiento muy frecuentada por los locales, con varias fuentes y monumentos. Une el centro histórico con el Paseo de la Reforma.
Al final de la Alameda Central se encuentra el Museo Mural Diego Rivera, en el que se expone su famoso cuadro Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.
Paseo de la Reforma
Si todavía te queda tiempo y fuerzas, puedes continuar por el Paseo de la Reforma. Si no, puedes dejarlo para la mañana del día que vayas a Xochimilco (Día 4 de nuestro itinerario), o antes de visitar Chapultepec.
El Paseo de la Reforma es una de las arterias principales de la Ciudad de México. Se planificó bajo Maximiliano de Habsburgo (el segundo y último emperador mexicano) según el modelo de los Campos Elíseos de París, para unir el centro histórico con su residencia en Chapultepec.
No se terminó hasta entrado el s. XX y ha seguido evolucionando. Hoy en día es una zona de múltiples rascacielos (de diseño antisísmico), plazas con fuentes monumentales, oficinas administrativas, instituciones financieras y mucho movimiento.
Este paseo son unos 3,5 km que se pueden recorrer muy fácilmente con la línea 7 del Metrobús para ahorrar tiempo o si no tienes ganas de andar mucho.
El Caballito
Metrobús: El Caballito (L7), también Expo Reforma y Glorieta de Colón (L4)
Metro: Hidalgo (L3)
En el cruce del Paseo de la Reforma con Avenida Juárez se encuentra la Torre Caballito, edificio de 135 metros de altura de finales de los 80. Alberga oficinas de la administración tributaria mexicana.
Delante de este rascacielo está una de las esculturas modernas más famosas de la ciudad: El Caballito de Enrique Carbajal, instalada en 1992 en sustitución del antiguo Caballito (estatua de Carlos IV que se había trasladado a su ubicación actual en la plaza Manuel Tolsá).
Glorieta de Colón
Metrobús: Glorieta de Colón (líneas 4 y 7)
La siguiente plaza del Paseo de la Reforma hacia el Sur es la Glorieta de Colón. Lo cierto es que la visitamos en un momento de interinidad, así que no había mucho que ver.
Hacía pocas semanas que se había retirado la estatua de Colón de 1877 y todavía queda un tiempo para que se realice el nuevo Monumento a la mujer indígena que se instalará en su lugar, por lo que solo quedaba el pedestal.
Esta decisión del gobierno de la Ciudad de México ha provocado cierta polémica en el país, así que os invitamos a que nos deis vuestra opinión sobre los cambios de monumentos relacionados con la conquista de América y su significado en la sección de comentarios.
Monumento a la Revolución
Metrobús: Plaza de la República (líneas 1 y 4), también Glorieta de Colón (líneas 4 y 7)
Metro: Revolución (L2)
Abandonamos por un momento el Paseo de la Reforma para llegar a la Plaza de la República, a tan solo 250 metros de la Glorieta de Colón, donde se encuentra el Monumento a la Revolución.
Su historia es ciertamente curiosa: comenzó a construirse como sede del parlamento en 1897 bajo la presidencia del autoritario Porfirio Díaz, pero las obras se retrasaron, y más tras el estallido de la revolución mexicana en 1910 contra el porfiriato y que fue evolucionando en diversos conflictos, con famosos líderes como Emiliano Zapata o Pancho Villa.
Ya en 1938, se decidió finalizar la obra dejando simplemente la cúpula y la gran bóveda que la sostiene y convertirla en un museo de la revolución y un mausoleo, en el que descansan Pancho Villa o los presidentes Francisco Madero y Plutarco Elías Calles, entre otros.
Un ascensor sube a la enorme cúpula, desde la que hay una bonita vista, que no tuvimos tiempo de disfrutar.
Cuauhtémoc
Metrobús: Reforma (líneas 1 y 7)
Volviendo al Paseo de la Reforma, en la intersección con la Avenida Insurgentes (la más larga de la ciudad, cruzándola de Norte a Sur), se encuentra el Monumento a Cuauhtémoc, último tlatoani (emperador) mexica de Tenochtitlan.
Es la siguiente glorieta a la de Colón, a tan solo 500 m, y la estatua fue realizada en 1883 por el mexicano Miguel Noreña, solo 6 años después de la de Colón.
En la base de la estatua se recuerda a los otros reyes mexicas que dirigieron la resistencia contra los conquistadores españoles y sus aliados (Cuitláhuac, Cacama, Tetlepanquetzal y Coanacoch).
Sus frisos están basados en la arquitectura de Tula, Mitla, Palenque y Uxmal (curiosamente, dos ciudades mayas y una de Oaxaca).
La siguiente glorieta es la de La Palma, la única que no tiene un momumento, sino una enorme palmera en el centro.
Está rodeada de arquitectura moderna, incluyendo la Bolsa Mexicana de Valores.
Es probablemente la menos interesante del paseo así que, si no tienes mucho tiempo, puedes pasar directamente hasta El Ángel.
El Ángel
Metrobús: El Ángel (L7)
El Monumento a la Independencia, más conocido como El Ángel, es la estatua más emblemática del Paseo de la Reforma, y uno de los lugares más conocidos de la Ciudad de México.
El monumento, de casi 50 metros de altura, fue inaugurado en 1910, coincidiendo con el centenario del comienzo de la guerra de la independencia de México (el reconocimiento llegó en 1821).
La estatua de la victoria alada, popularmente conocida como el Ángel de la Independencia, es de bronce cubierta de pan de oro. La victoria sostiene una corona de laurel para los héroes de la independencia y una cadena rota de tres eslabones, que representan los tres siglos de dominación española.
En el pedestal, se encuentra el cura Miguel Hidalgo (el Padre de la Patria), considerado el iniciador del proceso de independencia con el Grito de Dolores. Enarbola una bandera mexicana y a sus lados, alegorías de la Historia y la Patria. A un nivel inferior, en cada esquina del pedestal se encuentran otros 4 grandes personajes de esta época.
Actualmente, el Ángel es uno de los principales lugares de celebración y manifestaciones en la Ciudad de México. Es escenario típico de fotos de bodas, fiestas de los quince o celebraciones futboleras.
En algunas ocasiones ha sido vandalizado por manifestantes, como sucedió semanas antes de nuestra llegada. Afortunadamente, pudimos llegar a verlo ya limpio y sin andamios.
La Diana
Metrobús: La Diana (L7)
La Fuente de la Diana Cazadora es el último gran monumento del Paseo de la Reforma. Obra del mexicano Juan Olaguíbel, su nombre original era “La Flechadora de las Estrellas del Norte” y representaba a la diosa griega de la caza Artemisa (cuyo equivalente romano es Diana). Su estilo es una mezcla de art déco y realismo socialista.
Cuando se inauguró en 1942, la Diana se colocó más cerca de la entrada al Bosque de Chapultepec. Entonces, la conservadora Liga de la Decencia protestó por la desnudez de Diana y consiguió que le soldaran un calzón de bronce.
Antes de los JJOO de México’68 se decidió quitarle el calzón, y ya no hubo mucha queja, pero al hacerlo, la estatua sufrió daños. Por tanto, hubo de fundirse una réplica para colocarla en su lugar. La estatua original se encuentra ahora en el pueblo natal del escultor, en el Estado de Hidalgo.
La fuente suele iluminarse de colores por la noche.
La Diana queda a 500 metros del Bosque de Chapultepec, el próximo lugar que visitaremos en la Ciudad de México. Pero nosotros lo dejamos para otro día.
Más allá de esta sección central, el Paseo de la Reforma se extiende hacia el Norte (Reforma Norte) hasta la Plaza de las Tres Culturas y hacia el Sur, más allá de Chapultepec, ya de forma más sinuosa, para completar una gran avenida de 16 km.
La Plaza de las Tres Culturas es un lugar interesante: allí se encuentran las ruinas del centro ceremonial de Tlatelolco, ciudad mexica “gemela” de Tenochtitlan famosa por su enorme mercado.
Fue además el lugar de la manifestación estudiantil en la víspera de los JJOO de 1968, fuertemente reprimida por el gobierno y cuyo recuerdo sigue muy presente en México… pero no tuvimos tiempo de ir hasta allí.
Día 2: Chapultepec y el Museo Nacional de Antropología
El Bosque de Chapultepec es el mayor parque de la capital, el verdadero pulmón del centro de la Ciudad de México. Se encuentra al final de la parte central del Paseo de la Reforma.
Chapultepec es un lugar para pasar un día completo, ya que posee varios museos interesantes, sobre todo el Museo Nacional de Antropología, uno de los lugares que no puedes dejar de visitar en la Ciudad de México.
Chapultepec
Metrobús: Chapultepec (Línea 7), en la puerta principal en el Paseo de la Reforma.
Metro: Chapultepec (Línea 1), en Avenida Chapultepec.
Chapultepec significa “cerro del chapulín” (saltamontes, que es el símbolo del parque). En la época mexica, Chapultepec era la principal fuente de agua dulce de México-Tenochtitlan, a través de grandes acueductos.
Además, Moctezuma Ilhuicamina (el primero) creó aquí una especie de jardín botánico, en el que se plantaron especies de todas las regiones bajo su dominio.
El actual Bosque es el resultado del proyecto de Maximiliano de Habsburgo, último emperador de México, que se basó en el Bois de Boulogne de París. Está especialmente animado los fines de semana.
Entrando al Bosque de Chapultepec por su entrada principal (Paseo de la Reforma), te toparás con el Altar a la Patria, dedicado a los caídos en la guerra contra Estados Unidos en 1846-1847.
A la derecha del Altar a la Patria se encuentra el Museo de Arte Moderno (MAM). Normalmente abre de martes a domingo de 10:15 a 17:30, pero cuando fuimos nosotros llevaba varios meses cerrado por remodelación. La entrada cuesta $70 (unos 3€) y es gratuita los domingos.
Allí podrás ver algunas obras de Frida Kahlo (como Las Dos Fridas), Diego Rivera, Siqueiros, Orozco y otros pintores mexicanos.
Detrás del Altar a la Patria verás el cerro en el que se encuentra el Castillo de Chapultepec. Este palacio neoclásico se construyó a finales del s. XVIII como residencia de verano del virrey de Nueva España. Convertido en escuela militar, consiguió repeler los ataques estadounidenses en 1847.
Maximiliano de Habsburgo, emperador puesto por los franceses en México después de invadir el país en 1863 con el pretexto del impago de la deuda, transformó este castillo en su residencia imperial y lo embelleció con el jardín italiano
El castillo se puede visitar de martes a domingo de 9h a 17h (pero cuidado, con el horario reducido por COVID-19, los domingos cierra). Aloja también el Museo Nacional de Historia, que abarca desde la conquista española hasta la proclamación de la actual Constitución de 1917.
Justo antes de entrar al Castillo puedes visitar también la Galería de Historia – Museo del Caracol. Además, se pueden visitar las salas en las que vivía Maximiliano y su esposa Carlota de Bélgica, y una sala de carrozas.
Un poco más allá se encuentra el Lago de Chapultepec, donde puedes tomar una barca de pedales, sacarte una foto con las letras CDMX o simplemente disfrutar del sol (o las nubes) en la orilla.
También puedes visitar en el Bosque de Chapultepec el Museo Rufino Tamayo (colección privada de arte contemporáneo que fue donada al Estado).
Es muy interesante la Casa Estudio Luis Barragán, diseñada por este arquitecto mexicano para sí mismo, y Patrimonio Mundial UNESCO desde 2004 (L-V 11-17h, S-D 11-14h, 400 pesos – unos 17€). Se encuentra nada más salir del parque por el Sur, en la Colonia Condesa. Nosotros también nos la encontramos cerrada a causa de la pandemia.
De todos modos, necesitarías al menos medio día más para visitar estos museos, y el que verdaderamente no te puedes perder es el Museo Nacional de Antropología. ¡Allí nos fuimos directamente! Te recomendamos que visites primero este y, después, si tienes tiempo, explores el resto de Chapultepec.
Museo Nacional de Antropología
Metrobús: Antropología (Línea 7).
Horario: M-D 9 a 19h. Debido a las restricciones por COVID-19, cierra a las 17h y el aforo máximo diario es de 1000 personas, pero no deberías tener problemas entresemana (mejor no vayas el domingo, gratis para residentes).
Precio: 80 pesos (3,40 €), una ganga.
El Museo Nacional de Antropología es uno de los mejores museos arqueológicos del mundo. De verdad, no hace falta ser un friki de la arqueología, de los mexicas o los mayas para disfrutarlo mucho.
Además de muchos hallazgos arqueológicos, el museo contiene numerosas reproducciones de edificios, pinturas, esculturas… y muy buenas explicaciones (a diferencia de lo que suele suceder en las zonas arqueológicas).
En Europa muchas veces nos parecen iguales todas las civilizaciones mesoaméricanas… después de visitar este museo comprenderás las diferencias (y las similitudes) en cultura y arte de los mexicas, mayas, zapotecas, etc.
El Museo Nacional de Antropología se encuentra en la zona norte del Bosque de Chapultepec, cruzando el Paseo de la Reforma. Su moderna arquitectura está basada en el Cuadrángulo de las Monjas de Uxmal (una de las mejores realizaciones de los mayas del Yucatán).
El Museo consta de dos plantas con 11 salas en cada planta. La planta baja está dedicada a la arqueología y la planta alta a la etnografía (muestra cómo viven los pueblos indígenas de México hoy).
La planta baja es el plato fuerte: nosotros pasamos más de 4 horas en el museo (hasta que cerraron) y no nos dio tiempo a subir a la planta alta, ni a comer en su restaurante Sala Gastronómica, cuyo menú realiza un recorrido por la gastronomía de orígenes prehispánicos de las distintas regiones de México.
Las primeras dos salas muestran la Introducción a la Antropología y el Poblamiento de América. Te las puedes saltar o recorrer rápido, porque luego viene lo mejor.
Las restantes salas están dedicadas a los distintos pueblos o regiones de México: 3 – Preclásico en el Altiplano Central, 4 – Teotihuacán, 5 – Toltecas, 6 – Mexicas (mucho Tenochtitlán), 7 – Las culturas de Oaxaca (zapotecas y mixtecas), 8 – La Costa del Golfo (olmecas, totonacos y huastecos), 9 – Mayas.
Las dos últimas (10 – Occidente y 11 – Norte) son quizás menos interesantes, pues hablan de pueblos que no lograron un desarrollo tan avanzado como las anteriores.
Las salas de la planta alta se corresponden, en general, con la distribución de la planta baja: de la sala 9 de arqueología maya subes a las salas 19 y 20 de los pueblos mayas hoy, distinguiendo los de las selvas y los de las montañas.
El Museo es tan interesante, tiene tanto que mostrar que vamos a escribir un artículo específico sobre él… próximamente.
Día 3: Coyoacán, San Ángel y la Ciudad Universitaria
Durante nuestro tercer día en Ciudad de México recorrimos los barrios del Sur. Coyoacán se encuentra a 10 km del centro histórico (era otra ciudad) y la Ciudad Universitaria está aún más lejos.
Este fue el único día que nos movimos en taxi por la ciudad. Incomprensiblemente la parada de metro de Coyoacán está a 25 minutos a pie de la plaza principal del barrio. Es cierto que hay micros (autobuses), pero las conexiones de transporte público dejan bastante que desear en esta zona.
Si prefieres una visita guiada, te recomendamos este free tour Coyoacán mágico y San Ángel o esta visita guiada solo a San Ángel si quieres conocer más a fondo este barrio.
Coyoacán
- Jardín Centenario y Fuente de los Coyotes
- Iglesia de San Juan Bautista
- Mercado de Artesanías de Coyoacán
- Delegación de Coyoacán
- Plaza de la Conchita
- Museo Frida Kahlo
Metro: Coyoacán (L3), General Anaya (L2). Ambas a 25 min a pie del centro de Coyoacán. Hay micros que te acercan al centro desde el metro.
Un taxi desde el centro cuesta alrededor de 150 pesos (unos 6,50€), un poco menos si vas desde Colonia Roma o Condesa.
Coyoacán era una ciudad situada en la ribera del Lago de Texcoco, a la que llegaba una de las calzadas que cruzaban el lago desde Tenochtitlan.
Después de la conquista de Tenochtitlan, Hernán Cortés se estableció con doña Marina (la Malinche) en Coyoacán, mientras se edificaba la nueva Ciudad de México.
Coyoacán siguió siendo una ciudad separada, e incluso hoy, con el lago desecado y totalmente integrada en la Ciudad de México sin solución de continuidad, tiene un aire totalmente diferente. Ir a Coyoacán es realmente como visitar otra ciudad.
Sus calles adoquinadas y su arquitectura colonial, más modesta y menos monumental que del centro de Ciudad de México te cautivarán como han cautivado a tantos intelectuales y artistas. Coyoacán es el barrio bohemio por excelencia de la Ciudad de México, y en él se han desarrollado episodios interesantes de su historia.
Coyoacán es un sitio que hay que conocer de día y de noche: para pasear, comer de maravilla conocer sus monumentos, mercados y museos… y al caer el sol sus clásicas mezcalerías y cantinas. ¡Y eso fue lo que hicimos!
Para visitar Coyoacán de día puedes comenzar entrando por el arco del antiguo convento de San Juan Bautista, que ahora hace las veces de puerta del Jardín Centenario (el centenario es el de la independencia de México, claro).
En el centro del jardín se encuentra la Fuente de los Coyotes, símbolo del barrio, ya que Coyohuacan significa en nahua “lugar de los dueños de coyotes”.
A los lados del Jardín Centenario hay buenos restaurantes y mezcalerías: nosotros cominos en uno de los clásicos, Los Danzantes (sucursal de un restaurante de Oaxaca) y lo recomendamos plenamente. Otra gran opción es Corazón de Maguey. En ambos puedes probar chapulines y otros deliciosos platillos “más normales” con un toque moderno.
Frente a la fuente se alza la Iglesia de San Juan Bautista, parte de un convento del s. XVI (reconstruido en parte en el s. XVIII) que tiene una bonita torre. Puro barroco colonial.
Por allí pasa el tranvía de Coyoacán, trenecito turístico que te cuenta historias y leyendas del barrio. Divertido para los niños y también para los adultos, sobre todo por la noche.
En diagonal al Jardín Centenario se encuentra la plaza principal de Coyoacán, llamada Jardín Hidalgo. En su lado Norte está la Delegación de Coyoacán, que se dice fue el segundo Ayuntamiento de Nueva España y residencia de Hernán Cortés (aunque no hay evidencia histórica de ello). Además, aquí te puedes sacar la foto con las letras de Coyoacán.
Merece la pena darse una vuelta por el Mercado de Artesanías de Coyoacán, de dos plantas y abierto todos los días de la semana.
Después, toma la calle Higuera, donde deberías volver por la noche pues allí están muchas de las cantinas más clásicas como La Coyoacana.
Si vas en fin de semana probablemente te toque apuntarte en la lista de espera. La espera puede ser larga, así que te puedes tomar algo en otro sitio, pero estate atento, no te vayas a tener que apuntar de nuevo.
La calle Higuera desemboca en la Plaza de la Conchita. Esta es una plaza menos concurrida, pero alberga una joya de Coyoacán: la Iglesia de la Concepción, conocida como Capilla de la Conchita, con una preciosa portada plateresca.
Se trata de una de las iglesias más antiguas de México, pues el propio Hernán Cortés la mandó construir sobre un altar tolteca.
Museo Frida Kahlo
Mucha gente viene a Coyoacán fundamentalmente por Frida Kahlo (aunque sería injusto reducir este barrio a su figura). Frida nació en Coyoacán y vivió con Diego Rivera en la famosa casa azul, hoy convertida en museo.
Desafortunadamente, no pudimos visitarlo, ya que no había entradas. En época de pandemia el aforo es limitado y no las compramos con antelación.
En el museo, podrás ver la decoración original de la casa, dispuesta en torno a un patio, y varias obras de Frida – como su último cuadro Viva la Vida – así como de Diego Rivera y otros artistas amigos.
La entrada al museo cuesta MX$250 (10,70 €) entresemana y MX$270 (11,50 €) en fines de semana. El horario es de martes a domingo de 10 a 18h (los miércoles abre a las 11h). Lunes cerrado.
No lejos de la casa de Frida se encuentra la Casa Museo de Leon Trotsky, en honor a los refugiados políticos.
Temiendo por su vida tras oponerse a Stalin, Trotsky huyó a México y se asentó en Coyoacán. Fue amigo de Frida y Diego y de hecho vivió un tiempo con ellos. Pero Ramón Mercader, un estalinista catalán que se puso a las órdenes de la NKVD (los servicios secretos soviéticos) lo asesinó brutalmente con un piolet en su casa.
Se había hecho previamente amigo de Trotsky, haciéndose pasar por el hijo de un diplomático belga. De hecho, bajo esta identidad falsa fue condenado a 20 años de prisión por asesinato y las autoridades mexicanas no supieron quién era realmente hasta después de haber dejado la cárcel.
El museo no es tan interesante si no tienes mucho tiempo en la ciudad, pero esta truculenta historia merece ser contada y recordada cuando uno visita Coyoacán. La novela El hombre que amaba a los perros del cubano Leonardo Padura cuenta la historia de Trotsky en México.
También puedes visitar el Museo Anahuacalli (entrada incluida con la del Museo Frida Kahlo), en un edificio de piedra volcánica diseñado por Diego Rivera. Contiene una colección de arte prehispánico que Diego donó al Estado.
San Ángel
Metrobús: Bombilla (L1).
Desde Coyoacán la conexión en transporte público no es buena, pero puedes tomar el autobús 116-A. Un taxi cuesta unos 60 pesos.
Aunque no sea tan encantador como Coyoacán, merece la pena acercarse a San Ángel, un barrio que también preserva su arquitectura colonial y un estilo de vida relajado, sobre todo si es sábado: ese día abre el Bazaar El Sábado en la Plaza de San Jacinto, el centro de San Ángel.
Este mercado se encuentra en una bonita casa con patio del s. XVII. Numerosos artistas venden sus productos en este Bazar: esculturas, máscaras de cuero, menaje de cocina, impresionantes lámparas… También podrás degustar una cerveza local en su patio. Los precios son algo elevados, ¡pero es muy interesante aunque no compres!
Después pasea por las calles aledañas a la Plaza de San Jacinto, donde verás varias casonas coloniales (en especial, en la calle Amargura).
Muy cerca de la plaza, en la Av. Revolución el Museo del Carmen se encuentra en un antiguo convento del s. XVII, con bonitas cúpulas de colores. La colección incluye pintura colonial y una cripta con momias del s. XIX.
Si eres un apasionado de Diego Rivera, puedes visitar su estudio en San Ángel (Calle Diego Rivera, 2), en un edificio proyectado por Juan O’Gorman.
Ciudad Universitaria
Metrobús: Ciudad Universitaria (L1). Se encuentra a 20 minutos a pie de la zona interesante. Cuando hay clases se pueden utilizar las diferentes líneas del PumaBús, autobús universitario que recorre todo el campus.
Metro: Copilco (L3), también a 20 minutos a pie de la zona interesante de la Ciudad Universitaria.
Continuando por la Av. Insurgentes Sur al sur de San Ángel se encuentra la Ciudad Universitaria, para los amigos C.U. Aquí se encuentran las distintas facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la universidad más prestigiosa de México, pública y gratuita y heredera de la primera de América, fundada aquí en 1551.
La C.U. presenta una arquitectura singular de los años 50 y 60, basada en el patrimonio mexicano, pero mirando al futuro. Por eso fue inscrita como Patrimonio Mundial UNESCO en 2007.
Alrededor de un patio central, como en las antiguas ciudades mexicanas, se encuentran los principales templos del saber.
La Biblioteca Central (arriba) es la joya de la corona: sus cuatro lados están recubiertos por monumentales mosaicos de Juan O’Gorman, realizados entre 1950 y 1956, que representan la historia de México y la Universidad
El muro norte está dedicado al al pasado prehispánico, mientras que el muro sur representa el pasado colonial, incluyendo dos grandes medallones que representan las posturas antagónicas de Ptolomeo y Copérnico.
Los muros este y oeste, más cortos, están dedicados respectivamente al mundo contemporáneo y a la Universidad y el México actual, incluyendo una referencia al deporte y el movimiento olímpico.
Enfrente de la Biblioteca Central, la Torre de la Rectoría es una magnífica combinación de arquitectura, pintura y escultura.
Las obras pictóricas son de David Siqueiros, dos escultopinturas y un mural:
Las fechas en la historia de México, señaladas por una mano sosteniendo un lápiz: la llegada de los españoles (1520), inicio de la independencia (1810), primera Constitución liberal (1857), Revolución Mexicana (1910)… y un último 19?? en rojo, por lo que vendría.
Al otro lado se encuentra el mural El pueblo a la universidad, la Universidad al pueblo, otra escultopintura de hierro, cemento y vidrio. Representa a unos estudiantes corriendo por escaleras con libros que representan distintos conocimientos aprendidos en la universidad.
Y en la torre, el mural Nuevo Símbolo Universitario, una reinterpretación moderna de un águila (símbolo de México) y un cóndor (que representa la unidad de Latinoamérica).
Al otro lado de la Av. Insurgentes Sur se encuentra el Estadio Olímpico Universitario, con una escultura mural de Diego Rivera que representa la historia de los deportes mexicanos.
El estadio fue sede de los Juegos Olímpicos de México’68 y es el segundo más grande de México con capacidad para 72.000 espectadores. Como no podría ser de otra manera, alberga los partidos del Club Universidad Nacional, más conocido como Pumas UNAM, uno de los clubes mexicanos más seguidos y exitosos.
Día 4
Puedes dedicar tu cuarto día en la Ciudad de México (sin contar la visita a Teotihuacán) a visitar la Roma y cualquier otra cosa que te haya faltado en el centro o la zona de Reforma y Chapultepec… lo importante es que llegues a Xochimilco a eso de las 3 para disfrutar de una tarde mágica.
Mañana: Colonia Roma
Metrobús: línea 1, estaciones Insurgentes a Chilpancingo.
Metro: Insurgentes y Cuauhtémoc (L1); Niños Héroes y Hospital General (L3).
La Colonia Roma se creó a principios del s. XX como un barrio de clase alta, con amplios bulevares y bellos edificios en los estilos de moda en la época: sobre todo el eclecticismo, pero también algo de modernismo, art deco y neocolonial.
Después esta clase alta se mudó a otras zonas y la Roma se convirtió en una colonia más popular. Fue una de las zonas más afectadas por el terremoto de 1985, que destruyó mucho patrimonio arquitectónico. Hoy en día, se puede calificar de barrio bohemio y es un buen lugar para tomar un café, comer o salir de bares.
Pero lo que catapultó este barrio de la capital mexicana a la fama mundial fue la espléndida película Roma, de Alfonso Cuarón (2018), que relata la vida de una familia de clase media que vivía en un chalet adosado en la Roma. Está basada en muchos episodios de la propia infancia del director, que se crió allí.
Como nos encantó la película, una de las cosas que hicimos fue ir a visitar la casa de la película Roma que, por cierto, llevaba ya meses a la venta. Se encuentra en la calle Tepeji, 22. En esa calle y otras aledañas se pueden ver bellos ejemplos de chalecitos de la Roma.
Puedes llegar a la casa de la película Roma tomando el Metrobús: estación Chilpancingo (L1).
Otro de los lugares más importantes de la Roma, que hará ilusión a los madrileños o madridistas es la Plaza de Cibeles (oficialmente de la Villa de Madrid).
Puedes llegar en la línea 1 del Metrobús (estación Durango) o en metro (Insurgentes, L1)
Así es, en el centro se halla una reproducción de la famosa estatua de Cibeles de Madrid, pero con piedra local, por lo que es más gris que la original. Una placa recuerda que se erigió en honor al hermanamiento entre ambas ciudades y con el permiso del Ayuntamiento de la capital española.
La plaza y la zona son muy tranquilas y agradables para dar un paseo. Recomendamos ir a desayunar en La Ventanita, donde sirven muy buen café y unos huevos al horno de leña espectaculares.
Tarde: Xochimilco
Cómo llegar a Xochimilco
Xochimilco se encuentra a unos 20 km al sur del centro de la Ciudad de México. Un taxi cuesta unos 300 pesos (unos 13 €). Esta nos parece la mejor opción ya que sin tráfico (cosa extraña), se tardan unos 30 minutos en coche. A nosotros nos llevó nuestro amigo mexicano @desviajados y pasamos una gran tarde juntos en Xochimilco.
En transporte público tardarás al menos 1,5 horas desde el centro. Puedes llegar con el Tren Ligero de Xochimilco, yendo hasta la última estación (Xochimilco). Este tren se toma en la estación de Metro Tasqueña (L2).
También puedes llegar en la línea 5 del Metrobús, en la estación Preparatoria 1 (última de la línea).
Tanto desde el tren como desde el metrobús debes caminar unos 20 minutos para llegar a alguno de los embarcaderos. Hay autobuses urbanos que te acercan.
¿Qué es Xochimilco?
Xochimilco era una ciudad en la ribera sur del Lago de Texcoco. En esta zona, llamada Lago de Xochimilco, el agua del lago era dulce (como en Tenochtitlan). Estaba separada de la parte salada de la laguna mediante un sistema de diques.
Ya antes de la conquista de México, Xochimilco era la ciudad con más chinampas en el lago, jardines flotantes que siguen utilizándose hoy en día para cultivar diversas plantas. Las chinampas tienen la ventaja de que su irrigación procede directamente del agua del lago, por lo que no se ven casi afectadas por las sequías.
Mediante este ingenioso sistema, los mexicas obtenían multitud de productos para alimentar a una gran población. También estaba rodeada de chinampas la isla principal, la de Tenochtitlan, pero de aquello nada queda ya.
Así pues, Xochimilco es el único lugar en el que nos podemos hacer una idea de cómo era el “área metropolitana” de la antigua Tenochtitlan, la ciudad en el lago, la Venecia de América. Por eso, es Patrimonio Mundial UNESCO, junto con el centro histórico de la Ciudad de México.
Xochimilco es también un lugar muy popular entre los chilangos para ir a chelear (tomar cervezas) y picotear con los amigos, pasar la tarde en familia o celebrar un cumpleaños u otro acontecimiento. Aunque sus canales bien proporcionan una escena romántica, este tipo de excusión no es tan habitual.
Una tarde mágica en trajinera
Para moverte por los canales de Xochimilco debes contratar una trajinera y su remero. Una trajinera es una balsa larga, pintada de colores y muchas veces con nombre de mujer, que se conduce con un gran palo de madera por los canales del lago.
Alquilar una trajinera cuesta 500 pesos (21 €) por hora (el mínimo son 2 horas). Este es un precio máximo regulado: ninguna de las empresas que realiza el servicio puede cobrarte más, aunque sí pueden ofrecerte un descuento.
Ya que es bastante caro, puedes ahorrar dinero si convences a otros visitantes para compartir una trajinera. Puedes llevarte tu propia comida y bebida en la trajinera, pero también podrás comprarla durante la excursión a uno de los muchos vendedores que surcan Xochimilco con canoas o lanchas de motor.
Nosotros contratamos la excursión completa, que te lleva hasta la Isla de las Muñecas (4 horas en total). Por el camino puedes ver muchas chinampas, algunas cabañas y el ajolotario: criadero de ajolotes, un extraño anfibio único del Lago de Texcoco, que se encuentra en peligro crítico de extinción.
Además, al llegar hasta la Isla de las Muñecas, podrás navegar por canales menos transitados, con muchos lirios, hermosos, pero que fatigan mucho al remero. Hay una imitación de la Isla de las Muñecas, por si haces una excursión más corta, pero no tiene nada que ver con la de verdad.
La historia de la Isla de las Muñecas es la de un campesino de Xochimilco, Julián Santana, que un día, mientras pescaba, vio cómo una niña murió ahogada en el lago y llegó a la orilla de su chinampa. Don Julián intentó salvarla, pero ya no había nada que hacer.
Desde entonces, don Julián comenzó a vivir experiencias sobrenaturales que, pensaba, estaban provocadas por el espíritu de la niña.
Entonces, y durante mas de 25 años, don Julián comenzó a recolectar muñecas que encontraba en la basura o en los mismos canales de Xochimilco para colocarlas en su chinampa, pensando que de esta manera contentaría al espíritu de la niña. No volvió a salir de Xochimilco.
Estas muñecas, al estar en su mayoría desmembradas, con los ojos sacados, deformadas o incluso podridas, dan un aspecto muy terrorífico a la Isla de las Muñecas. Para visitarla, tienes que pagar 20 pesos y los familiares de don Julián te contarán su historia.
Extra: Villa de Guadalupe
Metro: La Villa / Basílica (L6)
Metrobús: La Villa (L6), Garrido (L7), De los Misterios (L6 y L7).
La Villa de Guadalupe es el santuario católico más grande de Latinoamérica y el segundo monumento cristiano más visitado del mundo después del Vaticano.
A nosotros no nos parece un imprescindible de la capital mexicana, pero puedes visitarlo al volver de Teotihuacán.
Todas las excursiones organizadas a Teotihuacán lo incluyen (aunque no las recomendamos), pero si vas por tu cuenta, está bastante cerca de la terminal de Autobuses del Norte, de donde salen los autobuses a la Zona Arqueológica de Teotihuacán.
El culto a la Virgen de Guadalupe en México tiene su origen en 1531, poco después de la conquista española. Cuenta la leyenda que entonces a un indígena al que llamaban Juan Diego se le apareció la Virgen en el Cerro de Tepeyac. Esta le dijo que deseaba que construyeran allí un santuario en su honor.
El arzobispo de la Ciudad de México no le creyó al principio, por lo que la Virgen tuvo que volver a aparecérsele a Juan Diego y le ordenó recoger unas flores en el cerro. Al recogerlas, apareció milagrosamente una Virgen morena y así en 1533 se construyó el primer santuario.
Curiosamente, este santuario de la Virgen de Guadalupe se encuentra en el mismo cerro en el que había un templo a la diosa Tonantzin, lugar de peregrinación de los mexicas.
De todos modos, el significado de la Virgen de Guadalupe trasciende lo religioso. Se fue convirtiendo durante la época colonial en un símbolo de la identidad mexicana, lo que se exacerbó en los años previos a la independencia de México.
Así, según las versiones más extendidas el Grito de Dolores incluiría algo como: “¡Viva América, viva la religión, viva la Virgen de Guadalupe, muera el mal gobierno y mueran los gachupines!”.
Los gachupines eran los españoles peninsulares afincados en México (y que no habían adoptado la cultura criolla mexicana), que tenían también su propia Virgen: la de de los Remedios.
Volviendo a la Villa de Guadalupe, el santuario consta de una parte barroca del los s. XVII-XVIII y la gran basílica moderna.
A un lado de la plaza central se encuentra la Antigua Basílica, barroca de tezontle. Tiene un desnivel impresionante: esto es habitual en la Ciudad de México, pero este es realmente exagerado. En el centro de la plaza hay un carrillón, con una réplica de la Piedra del Sol de Tenochtitlan, muestra del sincretismo mexicano.
La Nueva Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe se construyó en la década de 1970 en acero, madera y hormigón, diseñada por el mexicano Pedro Ramírez Vázquez.
Aunque no seas un gran amante de la arquitectura religiosa moderna, la basílica impresiona por su enorme planta circular y por la organización del peregrinaje en su interior. Tiene una gran capacidad y para ver la imagen de la Virgen hay un pasillo rodante para que la gente no se demore.
Y aquí se termina nuestra visita a la Ciudad de México. Al día siguiente tomamos un autobús rumbo a Oaxaca antes de finalizar nuestro viaje recorriendo la península del Yucatán. Pronto hablaremos de esos lugares en nuevos artículos. De momento, puedes descubrir la Zona Arqueológica de Teotihuacán con nosotros en este artículo.
También os contaremos nuestra experiencia gastronómica en la capital mexicana en otro artículo. ¡Hay mucho por descubrir!
Muy interesante, proporciona mucha información para un viaje a Ciudad de México.
Muchísimas gracias. Esperamos que sea interesante para quien no la conozca y útil para planificar un viaje. Es una ciudad con muchos lugares diferentes que merece la pena visitar!
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